Seminario “Testimonios de mujeres, entre poesía y política: del Nunca más al Ni una menos”

14-04-2021 | El EPM invita a este seminario gratuito que se dictará de manera virtual, a través de la plataforma Zoom, los lunes 3, 10, 17 y 31 de mayo de 18 a 20 h. Las docentes a cargo son Victoria García y Fabiana Grasselli. Las inscripciones están abiertas a todo público.

El Espacio para la Memoria y los Derechos Humanos exD2 invita a participar del seminario virtual “Testimonios de mujeres, entre poesía y política: del Nunca más al Ni una menos”. La instancia —totalmente gratuita y con cupos limitados— procura poner en juego una serie de saberes en torno a la función social, política y estética del testimonio en nuestro país desde una perspectiva feminista.

Está destinado a activistas feministas, militantes de organizaciones sociales, estudiantes y toda persona interesada en la problemática de la literatura, la memoria y los derechos humanos. Serán cuatro encuentros de dos horas cada uno, a través de la plataforma Zoom. Para recibir el enlace de conexión es necesario inscribirse.

La propuesta es reflexionar y debatir —a partir de un corpus de textos de literatura testimonial— acerca de las continuidades y rupturas que pueden rastrearse en la palabra de las mujeres. En particular, la discusión se dará sobre las relaciones entre los testimonios sobre la militancia y la represión estatal en los años 70 y la emergencia de otros discursos surgidos en los últimos años al calor del “Ni una menos”, “la marea verde” y lucha por la visibilización de la disidencia sexual.

Uno de los objetivos principales es discutir el papel que la literatura testimonial asume en distintos momentos de la historia argentina de las últimas décadas, y su importancia particular en la subjetivación de procesos sociales y políticos protagonizados por mujeres y cuerpos feminizados.  

Sobre las especialistas a cargo del seminario:

Victoria García es docente de la carrera de Letras de la Universidad de Buenos Aires e investigadora del Conicet. Estudia los vínculos entre testimonio y literatura en Argentina y América Latina desde los años 60. Actualmente es delegada de Géneros y Derechos Humanos de ATE Conicet en CABA.

Fabiana Grasselli también es investigadora de Conicet y docente de la carrera de Comunicación Social de la UNCuyo. Investiga sobre testimonio y literatura en Argentina desde una perspectiva de género y sobre la relación entre experiencias políticas de mujeres y lenguaje. Es activista en La Malona Colectiva Feminista.

La organización Mujeres Sobrevivientes de las Dictaduras por la Memoria también invita a participar de este seminario.

Inscripciones: https://bit.ly/31ZvA7F

[expand title=”Leer más sobre el contenido de cada encuentro”]

Primer encuentro:

Presentación general del enfoque propuesto para el seminario. Algunas nociones sobre testimonio y literatura testimonial. Lugar del testimonio de mujeres: tensiones entre experiencia política y lenguaje en los discursos de los cuerpos de mujeres y feminizados. Periodización centrada en posdictadura.

Segundo encuentro:

Los testimonios de mujeres de la primera etapa de posdictadura. Las circunstancias de la escritura y de la publicación: la escasa legibilidad de los testimonios de la represión estatal y de la militancia en esa etapa más allá de la esfera jurídica. Dimensiones específicas de la experiencia de la represión en el caso de las mujeres: temas que emergen en el cautiverio (la maternidad, el dolor por la pérdida de hijos e hijas, el mandato de maternidad legada por las compañeras desaparecidas). Solidaridad y amistad entre mujeres como forma de resistencia al cautiverio. Rasgos formales de los testimonios escritos por mujeres: fragmentariedad vs. voluntad totalizante del discurso masculino-patriarcal; la dimensión pedagógica. La Escuelita de Alicia Partnoy (1986 [2006]).

Tercer encuentro:

La explosión de la memoria desde mediados de los 90: la irrupción de los testimonios mujeriles, la revitalización de la memoria y de la reivindicación de las militancias setentistas. La tensión entre lo estético y lo político como regímenes imbricados en los modos de decir la experiencia silenciada. El diálogo entre lo testimonial y la historia: las modulaciones de lo decible y las reescrituras de la experiencia subjetiva al ritmo de la experiencia histórica: “lo dicho y lo escuchado” y sus posibilidades en el diálogo con los diferentes escenarios históricos. La escritura colectiva y sus efectos, una mirada desde el punto de vista feminista. Mujeres guerrilleras, de Marta Diana (1996), y Nosotras, presas políticas (2006), un libro colectivo escrito a varias voces por prisioneras políticas.

Cuarto encuentro:

La estatalización de la memoria y la legitimación oficial del testimonio. Reconstrucciones y deconstrucciones de la voz testimonial en la literatura de hijes. El Diario de una princesa montonera, de Mariana Eva Pérez (2012). La irrupción del movimiento feminista en el contexto de “Ni una menos”. Modulaciones del testimonio sobre violencia de género. Chicas muertas, de Selva Almada (2014): hablar por las que ya no pueden hacerlo. El femicidio como cuestión de Estado: continuidades y desplazamientos en relación con la represión estatal en dictadura. Código Rosa, de Dahiana Belfiori (2015): la clandestinización del aborto y la reproducción de la violencia patriarcal. Géneros textuales y sexuales como identidades en devenir: La novia de Sandro, de Camila Sosa Villada (2020).

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El adiós a Helga

16-05-2020 | Falleció Helga Markstein de Tenenbaum, incansable Madre de Plaza de Mayo de Mendoza, siempre presente en la lucha por el secuestro y desaparición de su hija Gisela Tenenbaum en abril de 1977.

Fue médica en nuestra comunidad y su vida estuvo signada por la persecución nazi en la infancia, recreada por la Dictadura. Junto a su compañero de vida, Guillermo Tenenbaum, afrontaron el dolor y la resistencia hasta el final de sus días dando grandes muestras de solidaridad.

Helga había nacido en Austria y emigró junto a su familia para radicarse inicialmente en Buenos Aires, aunque su destino elegido fue Mendoza. En la primera etapa de su vida se vinculó al exilio proveniente de Europa a raíz de la Segunda Guerra Mundial, sumándose a actividades políticas y culturales.

Helga estudió medicina en la UNCuyo junto a su esposo Guillermo Tenenbaum y prestó servicios en el Hospital Emilio Civit de donde fue cesanteada por la dictadura de 1976, debido a sus convicciones sociales, a su condición de judía y de madre de una “subversiva”.

Cuando su hija Gisela optó por la militancia en Montoneros supo comprenderla y acompañarla. Brindó su hogar para alojar a personas perseguidas según se supo a través de la declaración que ofreció en el IV juicio por delitos de lesa humanidad en el que se debatió el secuestro de su hija. Fue una mujer valiente que sufrió el acecho de los genocidas en carne propia y supo tener la mano tendida aún a riesgo de su propia integridad.  

Formó parte de Familiares de Detenidos y Desaparecidos por Razones Políticas en plena etapa de la dictadura y en los últimos años caminó junto a las Madres reclamando por el conjunto de los y las desaparecidas.

El 8 de marzo de 2013 fue declarada“Ciudadana Ilustre” de Las Heras, distinguida por su valentía y compromiso en la lucha por memoria, verdad y justicia; merecido reconocimiento del departamento en el que residía y en el que desplegó sus conocimientos como médica siempre atenta a las necesidades de la comunidad.

Helga era una bella persona, firme y tierna, siempre con una sonrisa y dispuesta a seguir adelante con entusiasmo.

Hoy, con infinita tristeza, sus compañeras y compañeros le damos el adiós a la maravillosa Helga.

¡Hasta la victoria siempre, querida compañera!

¡Hasta la victoria siempre, Seba!

19-11-2019 | Desde el EPM exD2 despedimos con profunda tristeza a Sebastián Moro, periodista y querido compañero de militancias por los derechos humanos.

Foto: Natalia Brite (2014)

Sebastián puso palabras y sentidos en proyectos gráficos como Río de Palabras y la cobertura de audiencias en el Equipo Juicios Mendoza; producciones radiales como La Mirilla (Radio UTN); Todas las Voces y Despacito y por las Piedras (Radio Nacional). Trabajó también para el medio gráfico de la UNCuyo y actualmente en Bolivia -donde se radicó hace casi dos años- emprendió también trabajos comprometidos con los derechos sociales, vinculado a prensa y radio del sindicato de trabajadores rurales . En las últimas semanas comenzó a colaborar con el diario argentino Página 12 actualizando la situación que se vivía en el país andino y que derivó en un Golpe de Estado.

Mucho más puede decirse de Sebastián con el dolor de su partida, la certeza de sus ideales y el orgullo de haber sido parte de la historia presente de luchas por la justicia en Mendoza.

Elegimos rendirle homenaje a través de las palabras de la periodista Mariana Olguín, amiga y colega de Sebastián. Compartimos su nota “Despacito y por las piedras al País de la libertad” publicado en el portal Nuestra Memoria

Por Mariana Olguín

Un día después, con mucho dolor, bronca, angustia y lágrimas, intento encontrar palabras que te pinten como eras, Sebi querido. Quizás porque no encuentro respuestas a todos los por qué de tu injusta partida. Quiero recordarte siempre con cada una de las anécdotas vividas a tu lado, y algunas las quiero compartir con las mujeres, esas de fierro, que estuvieron con vos hasta el final. A tu mamá Raquel, tus hermanas Peny y Melody y tu adorada Sabina. A ellas mi enorme abrazo y admiración por tanta fortaleza. 

Fue hace muchos años cuando nos conocimos. Éramos peques, vos ya traías tu pluma bastante entrenada y tus ideales dispuestos a defender cualquier injusticia no sólo desde el periodismo. Junto a Peny y a Luciano empezamos “Despacito y por las piedras”. Les pibes eran provocadores, interpelaban a la policía, al ejército, a la iglesia, y toda institución que violara los derechos de cualquier persona. Sí, esas personas, las pobres, las víctimas, las que defendiste siempre; abrazaste a sus familias y lloraste con ellas. Así te recuerdo por siempre. Ese niño grande, testarudo, inquieto, porfiado, desordenado pero con un corazón enorme, sensible y compañero. A pesar que salíamos por Radio Nacional dos horas los días sábados, tenías la cabeza puesta ahí toda la semana. Llegabas con tus audios de audiencias, tu informe sobre juicios, con propuestas para llamar a grosos del periodismo. Fue así, siempre pensaste en grande. Luego de cada programa salíamos directo a tomar una cervecita y, si daba el presupuesto, una piadina, porque por más que tu hermana te retaba y aconsejaba siempre la comida estaba en segundo plano, y tu ropa cada vez más suelta a tu cuerpo era la demostración que no importaba nada más que estar detrás de la noticia, detrás de cada injusticia. Así llevaste ese proyecto con el compromiso que asumiste desde el primer día. Admirable.

Ahí te veo flaco caminando a pasos muy rápidos, con el morral en un hombro, tirando el primer pucho de la mañana, acomodándote la camisa. Estás llegando tarde por haber escrito o leído hasta largas horas de la noche y sabiendo que frenar la alarma del despertador sin levantarte ya es casi una rutina imperdonable. Llegas casi sin aliento porque sabes que ya empieza la audiencia, y cada una de ellas tiene un condimento fundamental para contar la historia completa. “¿Estoy muy despeinado?” me decías y tratabas de arreglar tu pelo, aunque para la ocasión mucho no importaba. Habíamos crecido, un poco más. “Amiga, vengo a los pedos, pero no sabés todo lo que tengo que contarte”, generabas intriga y sonreías mientras sacabas tu grabador y lo recibía el Pedrito luego de darte el abrazo del buen día. “Hola Seba, Sebita, Compañero” se escuchaba de la mayoría de las víctimas, ex presos y compañeres que hoy te lloran con angustia. Sacabas tu cuaderno y tu lapicera, que se caía reiteradas veces y generaba risas porque aún no despertabas del todo. “Soy un desastre” me decías. Cuando entraba el Tribunal a la sala empuñabas fuerte tu herramienta de escritor para no perder el registro de una sola palabra. Sufrías con cada testimonio de víctima, llorabas, me mirabas, hablábamos con la mirada por cada situación de bronca y, sólo a veces, te permitías una sonrisa en medio de tanto horror. El cuarto intermedio fundamental, el pucho y el café eran los momentos donde abrías todos los sentidos porque siempre había algún dato, alguna entrevista que pautar, alguna situación que fuera extraña para denunciar. Y sí, siempre la hubo. Recuerdo el día que terminó la primera audiencia del Megajuicio a los Jueces. Caminábamos junto a Graciela (con quien seguramente ya estarás a los abrazos) y vimos al Jefe del operativo de seguridad provincial tomando un café con uno de los represores imputados. En milésimas de segundos me sacaste la cámara y te paraste enfrente de los dos, tomaste una fotografía y luego corrimos por cuadras, casi sin aliento y con muchas risas y nervios, teníamos un trofeo en nuestras manos. Esa vez, como tantas, actuaste con valentía y coraje. Fue un escándalo que obligó al Tribunal Federal a cambiar la sala y quitarle a la policía provincial la seguridad de los juicios (otro tocaquedero de cojones para la cana). Así eras Sebi, y así serás siempre recordado por nosotres.

Tus crónicas, el resultado de tus largas horas de lectura de diversas causas, entrevistas y coberturas de audiencias, eran el recuerdo vivo de cada víctima. Todes las esperaban ansioses porque sabían que en cada pieza había un mimo al corazón, por muy cruel que fuera el relato. Allí estaba el Sebi con el profesionalismo, su pluma afinada y el amor necesario para describir todo el contexto. Así fueron tus crónicas en Unidiversidad, Radio Nacional y el Blog de los juicios, difundidas y compartidas infinitamente por todas las redes, y reproducidas por otros medios compañeros. 

Sin embargo, las bestias están y estuvieron siempre a la caza: todo el registro que hiciste para la Radio Pública fue desechado. 

El descarte de tus crónicas es un acto cruel y despiadado; una acción más para demostrar que fuiste ninguneado, censurado y maltratado por las bestias. Pero como siempre supiste seguir, con la frente en alto te fuiste para continuar la batalla en otro lugar.

“Tu lugar en el mundo” nos decías sobre la Bolivia de Evo, la Bolivia de la Pacha, ahí donde fuiste tan feliz, donde lograste encontrar nuevamente el amor y la adrenalina del periodismo y la militancia. Volvimos a escucharte en nuestra radio, tu radio. Volvimos a leerte y esta vez en Página 12. Que orgullo amigo, porque el pibe ya era inalcanzable. Pero las bestias también llegaron y te destrozaron el corazón. Entonces volaste para ser libre. Como dice Gieco: te buscaremos y te encontraremos en el País de la Libertad. 

Fuimos amigos, muy amigos, estuvimos en las buenas y en las pálidas siempre. “Me va a matar la melo, tengo que ir a ver a la Sabi, hace como dos semanas que no la veo” decía por su sobrina y le brillaban los ojos, la amaba profundamente. Su madre, Raquel allí estaba siempre, cuando vivías en Mendoza te llevaba comida -la gran preocupación de todes- porque por escribir apenas te acordabas de respirar. La Peny, esa leona, te defendía de cualquier ataque y estaba ahí para curarte siempre las heridas. Y la Melo era casi tu segunda mamá, respetabas sus consejos, y mucho. Los cafés, los bares, y “Rumbo Perdido” cómo olvidarlo, porque también nos permitimos bailar y reír a carcajadas. Peleas las tuvimos y muchas, porque dos taurines difícil es que no crucen los cachos en algún momento. Pero el abrazo siempre nos encontraba al final.

Te quiero hasta el infinito amigo, compañero, hermano. Fuiste un grande. Sos un grande. Te veo junto a Walsh, Urondo, el negro Ábalo (que está recién llegado como vos) y tantes otres grandes narrando las historias de ese lugar. Te veo abrazándote con les 30 milte veo con Seba Bordón, Lucas Carrazco, con su mamá la Vivi Espina, con la Alicia y todas las víctimas por la que diste la vida. 

Te veo por supuesto, con el Che, con Fidel, con Chávez, con Néstor, con Perón y con Evita.

Te veo, por fin, otra vez con tu viejo.

Nosotres acá vamos a levantar tus banderas: la de la justicia y la igualdad, la de la pacha, la de la Patria Latinoamericana hasta el final de nuestros días.

¡HLVS Sebi! ¡Sebastián Moro Presente. Ahora y siempre!

Lo que los trabajadores de la cultura aprendimos con el Negro Ábalo

Noviembre de 2019 | Por Fernando Rule Castro

El Negro Ramón Ábalo se fue armando proyectos, trabajando siempre en uno o varios proyectos nuevos, hasta después de cumplir 91 años, cuando el 10 de noviembre dijo “chau, muchachos”. El Negro decía “este año voy a salir menos, me voy a dedicar a escribir mi novela de amor, porque ahora eso es lo que quiero escribir, una novela de amor”. Eso lo decía hace ya dos o tres años… pero no se aguantaba, tenía que salir a hacer la ronda de los jueves con las Madres, a armar reuniones con los organismos de Derechos Humanos junto a los sindicatos y las nuevas organizaciones que luchan por los derechos del pueblo, porque creía firmemente que había que darles el lugar que les corresponde a los jóvenes y a sus nuevas inquietudes. Nos llamaba temprano para ir a visitar y proponerles acciones conjuntas a los sindicalistas –por los que tenía un gran respeto– para ir a saludar a los obreros de las fábricas recuperadas, para telefonear a las chicas de las agrupaciones feministas, para asistir a las audiencias de los juicios por delitos de lesa humanidad. Pero también para juntarnos a tomar un café en el centro, para conversar de cómo está la cosa, para programar un asado…

Periodista en los diarios La Libertad, El Tiempo de Cuyo y La Tarde, editor de la revista Voces, autor de los libros El Terrorismo de Estado en Mendoza, Mendoza Montonera (junto a Hugo De Marinis) y Cuentos de la Media Luna y la Calle Larga, entre Revoluciones y Guitarreadas. Sus historias de aquellas noches con sus amigos de juventud, esos intelectuales que le dieron a Mendoza parte de su carácter –Mathus, Tejada Gómez, la Negra Sosa, Tito Francia, Nolo Tejón, Armando Camín, Ciro Bustos, y los que me habré olvidado– nos fueron enseñando algo que, sabiéndolo o no, todos quisiéramos: vivir hasta el último día como si fuera el día de la primavera, el primer día de una gran historia, de una gran aventura. Su modestia lo hacía decir que él solo era “un tomador de vino” en esas juntadas de música y poesía. Su sinceridad no le permitía ocultar, nunca, que de adolescente militó unos meses en la Alianza Libertadora Nacionalista, hasta que lo echaron por zurdo, su militancia en el Partido Comunista, hasta que se calentó por su ambigüedad frente al genocidio y se retiró, hasta la reorganización de lo que hoy se llama la Liga por los Derechos Humanos, pasando por ser parte del aparato logístico y de apoyo al EGP, que estaba armando con los compañeros del Che hasta su caída (así lo menciona Ciro Bustos en su libro El Che Quiere Verte). Su relación con la militancia peronista lo convirtió en estos años en un kirchnerista fervoroso y entusiasta.

Las noches en que nos juntábamos a comer algo, y a tomar vino por supuesto, en el Club Anzorena, nos hacían creer a veces que con el Negro Ramón la revolución era posible, casi fácil, que el pueblo será feliz algún día otra vez como lo fue cuando los días eran peronistas. Se nos hacía que un intelectual debe ser un militante, o un militante estudiar como un intelectual, como el Negro.

Cuando seamos grandes, queremos ser como el Negro Ábalo.

Presentación del libro “Ana alumbrada”

19-11-19 | El viernes 22 de noviembre a las 19:00 se presentará el libro “Ana alumbrada. Militancia, amor y locura en los 60”, de Alejandra Slutzky. Será en el Espacio para la Memoria y los Derechos Humanos exD2 y estará presente la autora.

Hortensia Espínola y Daniel Pina estarán a cargo de la presentación y Fernando Rule aportará unas palabras para el cierre. En su libro, Slutzky echa luz sobre el pasado de su madre, Ana Svensson, y revela una mujer con pensamiento emancipado que, en la década del 60, era estigmatizado como “locura”. La autora le pone palabras al pesado silencio que, durante tantos años, había ensombrecido la vida y la muerte de Svensson.

Según Cristina Feijóo: “El libro sigue las pistas de la vida afectiva de Ana Svensson, de su entrenamiento militar en Cuba, de su internación en el hospital Moyano, de su amistad y correspondencia con Julio Cortázar. Lo hace con el minimalismo propio de la búsqueda amorosa de una hija pero deviene en el justo rescate de su figura como revolucionaria”.