Y lo festejamos dando el primer paso de un proyecto que nos emociona, que nos proyecta, que nos acerca a nuestros compañeros y compañeras: colocamos una baldosa de “¡30 000 presentes!” en la explanada de nuestro Espacio.
Así como sembramos los pilares de memoria verdad y justicia, hoy hacemos una nueva apuesta: colocamos la baldosa inaugural de este hermoso proyecto que se extenderá en el tiempo y en el suelo que pisamos; será abrazada paulatinamente por otras que llenen de colores vitales y los nombres de cada uno de nuestros compañeros y compañeras.
Hace 5 años lográbamos comenzar el proceso efectivo de refuncionalización de lo que fue el más cruento Centro Clandestino de Detención, Torturas y Exterminio de Mendoza: el D2. El 24 de marzo de 2014, un decreto provincial reconoció que era nuestro derecho construir un Espacio para la Memoria y los Derechos Humanos. Un día como hoy, el 12 de septiembre de 2015, finalmente obtuvimos una entrega parcial para concretar este luchado proyecto.
Desde ese momento es mucho lo que podemos relatar: poblamos el Espacio con los rostros de nuestros compañeros y compañeras, resistimos intentos de retacearnos el logro, denunciamos un decreto que derogó los acuerdos alcanzados, continuamos. Hicimos actividades culturales, festivales por los derechos humanos, materiales y estrategias de difusión, trabajamos en el Archivo de la Memoria y la Biblioteca de libros recuperados, presentamos libros, audiovisuales, muestras plásticas y fotográficas; pusimos en valor constantemente este edificio que es nuestro espacio recuperado. ¡Hicimos teatro y música en vivo! Recibimos visitas de referentes de nuestras luchas, nos constituimos en la casa de los organismos y en lugar de encuentro y trabajo de organizaciones afines.
Nos dedicamos a ser centro de información y formación, articulando con facultades y colegios para que sus estudiantes realicen prácticas y proyectos, nos vinculamos orgullosamente con la universidad pública. Y a todo eso sumamos lo más vital para nuestro colectivo: miles de personas cada año recorren este Espacio de la mano de las los sobrevivientes, para conectar sus historias personales con las de nuestros más de 270 compañeros y compañeras desaparecidas y asesinadas de y en Mendoza, para vincular sus presentes con el pasado reciente de nuestro pueblo. Esos pibes y pibas son medulares en este proyecto.
Este año, poco antes del 24 de marzo, debimos cerrar las puertas para cuidarnos y quedarnos en casa, aquietarnos físicamente para reducir los riesgos en medio una pandemia que aún atravesamos. Ya teníamos programadas visitas para los 75 días siguientes, mayo estaba casi completamente ocupado en nuestra agenda. No pudo ser, pero volverán -esperemos que pronto- esas voces y manos alzadas, preguntando, pensando e interpelando.
Este 2020 de todos modos siguió, no paramos de trabajar por las vías posibles: elaboramos un proyecto de formación docente, armamos un Baúl de la Memoria, construimos la Mediateca. La distancia física nos restó acción, pero permitió dedicarnos a forjar esos vínculos a través de plataformas virtuales: nos afirmamos en la necesaria y creciente relación con otros Sitios de Memoria del país, con organizaciones hermanas de otras provincias y hasta con instancias tan emblemáticas como el Museo Estatal Auschwitz-Birkenau.
Sostenemos las demandas de mayor compromiso institucional para el reconocimiento y financiamiento de nuestro Espacio. Creemos que hemos podido hacer mucho por el aporte comprometido de quienes conforman el Consejo Directivo y las Comisiones de trabajo del EPM exD2. Demostramos que la falta de presupuesto es un obstáculo, pero no un freno.
Nos abrazamos, a la distancia y con tapabocas, y brindamos por el EPM exD2.
Porque vamos siempre por más memoria, más verdad y más justicia.
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