05-05-2023 | En el marco del 1.° de Mayo, el EPM ex-D2 colocará dos baldosas con los nombres de Héctor Brizuela y Antonio García, dos operarios de la bodega Giol, sindicalistas y militantes del Partido Comunista asesinados en el 76.
Con motivo de conmemorar el Día Internacional de los Trabajadores y las Trabajadoras, el Espacio para la Memoria y los Derechos Humanos ex-D2 decidió colocar dos Baldosas por la Memoria en homenaje a dos obreros de la industria vitivinícola asesinados en el marco de la última dictadura. Se trata de Héctor Brizuela y Antonio García, operarios de la bodega Giol, sindicalistas y militantes del Partido Comunista. Resistieron ajustes, habilitaron asambleas y denunciaron desmanejos en los fondos de la empresa y fueron víctimas de la represión en octubre de 1976.
El proyecto Baldosas por la Memoria inició en 2020 y se propone crear un mar de memoria en la explanada del EPM ex-D2, con los nombres de cada víctima desaparecida o asesinada de o en Mendoza por el terrorismo estatal antes y durante la última dictadura. La baldosa inaugural se colocó en septiembre de 2020, en el quinto aniversario del Espacio.
Héctor Brizuela
Héctor Nicolás Brizuela nació el 8 de diciembre de 1928 en Maipú, Mendoza, donce creció y vivió. Se casó con Georgina Ramona Vuletich y tuvieron una hija, Patricia.
Ingresó a trabajar a la bodega Giol a mediados de la década del 50, junto con su hermano, Modesto, y con Antonio García. Era militante del Partido Comunista y sindicalista. Fue secretario general del Sindicato de Obreros y Empleados Vitivinícolas (SOEVA) en Maipú, una localidad con mayoría de trabajadoras y trabajadores rurales, particularmente de viñedos. En ese rol, develó negociados de la empresa y lo cesantearon. Colectivamente, además, resistieron los ajustes. A principios de abril del 72, en el marco de las movilizaciones del Mendozazo, pusieron a disposición el comedor de la bodega para las reuniones de estudiantes, uniones vecinales y gremios que discutían qué hacer con el tarifazo de la boleta de luz. Su esposa lo definió como un hombre “sencillo, trabajador, honesto y pobre”.
Valerio Castillo Báez, obrero mecánico y militante comunista, lo conoció y recuerda que Héctor y Antonio Cano “eran gente de naturaleza inteligente y con mucha iniciativa, combativos. Entonces se destacaron. Empezaron a actuar en las asambleas que al principio se había naturalizado que podían ser de 50, 60, y que no era poco, pero en relación a la cantidad de obreros sí lo era. Nos planteamos cómo podíamos hacer, y comenzaron a ser de 150, 600, 700 trabajadores. Transformaron al sindicato de SOEVA Maipú en una organización poderosísima. En esa época el sindicato de obreros rurales no llegaba o llegaba muy pobremente al campo. Entonces hicieron reuniones y acuerdos intergremiales para incorporar a todos los obreros de las viñas, que eran miles. Tenían bajos sueldos y no tenían una mutual, ni ningún tipo de protección. Entonces una de las cosas que ellos lograron, que fue muy importante e histórico, es que esos obreros estuvieran organizados, agremiados y tuvieran una mutual en un pueblo de obreros rurales. Y que estos obreros rurales estuvieran ‘en blanco’, en el padrón como Afines del SOEVA”.
Lo secuestraron en su casa, en Maipú, cuatro hombres que dijeron ser de la Policía Federal. Lo asesinaron y lo arrojaron a la calle en Los barriales, Junín, el 18 de octubre de 1976. Al día siguiente, su cuerpo llegó a la morgue del Hospital Perrupato, donde lo rescató la familia. Su esposa recordó que el día de su entierro lo despidió una sentida multitud de obreros que lamentaron la pérdida de aquel comprometido trabajador y compañero.
Tenía 47 años.
Más información: La izquierda diario y El Sol.
Antonio García
Antonio García nació el 16 de febrero de 1926 en Maipú. STuvieron dos hijos y dos hijas: Armando, Lisandro, Víctor y Rosa Del Carmen. A mediados de 1950 ingresó como operario en la bodega Giol, junto con los hermanos Héctor y Modesto Brizuela.
Fue secretario gremial del Sindicato de Obreros y Empleados Vitivinícolas (SOEVA) de Maipú y militante del Partido Comunista. En el gremio luchaban colectivamente contra los ajustes en la bodega. A principios de abril del 72, en el marco de las movilizaciones del Mendozazo, pusieron a disposición el comedor de la bodega para las reuniones de estudiantes, uniones vecinales y gremios que discutían qué hacer con el tarifazo de la boleta de luz. Según un compañero, era un hombre abierto y daba lugar a los debates.
Valerio Castillo Báez, obrero mecánico y militante comunista, lo conoció y recuerda que Antonio y Héctor Brizuela “eran gente de naturaleza inteligente y con mucha iniciativa, combativos. Entonces se destacaron. Empezaron a actuar en las asambleas que al principio se había naturalizado que podían ser de 50, 60, y que no era poco, pero en relación a la cantidad de obreros sí lo era. Nos planteamos cómo podíamos hacer, y comenzaron a ser de 150, 600, 700 trabajadores. Transformaron al sindicato de SOEVA Maipú en una organización poderosísima. En esa época el sindicato de obreros rurales no llegaba o llegaba muy pobremente al campo. Entonces hicieron reuniones y acuerdos intergremiales para incorporar a todos los obreros de las viñas, que eran miles. Tenían bajos sueldos y no tenían una mutual, ni ningún tipo de protección. Entonces una de las cosas que ellos lograron, que fue muy importante e histórico, es que esos obreros estuvieran organizados, agremiados y tuvieran una mutual en un pueblo de obreros rurales. Y que estos obreros rurales estuvieran ‘en blanco’, en el padrón como Afines del SOEVA”.
El 19 de octubre del 76, una patota de la Policía Federal lo secuestró en su domicilio de la calle Islas Malvinas. Fue asesinado y arrojado al carril San Pedro, en San Martín, Mendoza. Su cuerpo llegó a la morgue del Hospital Perrupato, donde lo rescató la familia.
Tenía 50 años.
Más información: La izquierda diario y El Sol.