09-11-2018 | El pasado y el presente confluyen en el testimonio. Allí se encarna una batalla discursiva, política, ética y estética. Fabiana Grasselli compartió sus aprendizajes y saberes para esbozar una respuesta a la pregunta: ¿qué queremos con nuestras historias?

El ciclo Pensar el pasado: defender la memoria tuvo su segundo encuentro. Esta vez el EPM alojó la charla “¿Qué queremos con nuestras historias? Reflexiones en torno a la ética, la estética y la política del testimonio”. La doctora en Ciencias Sociales centró su exposición en los relatos de resistencia.

“Los sectores dominantes insisten con las historias que legitiman la represión”, fue una de las primeras frases. Por eso, es necesario también “actualizar los discursos contrahegemónicos del pasado”. Como nos enseñó Rodolfo Walsh, el testimonio se vuelve imprescindible para comprender las voces que se intentaron silenciar y así también entender las luchas del presente.

En los signos convergen acepciones antagónicas, como dijeron lingüistas soviéticos del Círculo de Bajtín. Las palabras se constituyen en una arena de combate. En función de las victorias y derrotas que sufren los proletarios en esa lucha de clases, se vuelven hegemónicas unas u otras valoraciones de ese signo, discurso o palabra. “Subversivo” o “subversiva” es un buen ejemplo de eso.

Lo testimonial es un género discursivo que no aparece en cualquier momento de la historia sino en momentos de gran resistencia de los sectores populares. En estas épocas de auge de las luchas de los grupos oprimidos afloran sentidos. Los modos de nombrar y de poner las experiencias en palabras nos posicionan en la lucha política. “En las luchas del presente nos estamos jugando la tradición de lucha, los sentidos de esa tradición”, concluyó Grasselli.