14-12-2023 | En contexto de la Copa de Fútbol de Qatar, las baldosas por la memoria en clave mundialista recordaron a las once víctimas que dejó la represión en Mendoza con la excusa de mantener el orden para el Mundial 78.

En el marco del Día Internacional de los Derechos Humanos se realizó la octava colocación de Baldosas por la Memoria. Esta colocación forma parte de un proyecto que busca crear un mar de memoria en la explanada del EPM ex-D2 con los nombres de las personas desaparecidas y/o asesinadas de y en Mendoza en por el plan represivo estatal antes y durante la última dictadura. Esta vez, en el marco de la Copa Mundial de Fútbol de Qatar 2022 se decidió recordar a las once víctimas que fueron blanco de la represión en el marco del Mundial 78.

Margarita Dolz 

*Texto escrito por Carmen y Alejandro Dolz

Margarita nació el 2 de febrero de 1948, en Buenos Aires, donde transcurrió su niñez hasta los once años cuando vino a vivir a Mendoza con nosotros. Era la hija de un hermano de nuestro padre. Desde entonces fuimos una familia con cuatro hijos: Juan Carlos, Carmen, Margarita y Alejandro. Ella era un poco tímida y callada pero nos fuimos integrando con esa naturalidad de los chicos criados en un núcleo de corazón abierto y nos olvidamos de cualquier diferencia que pudiera haber. 

Margarita fue profundizando también nuestros vínculos y demostrando su innata habilidad para las artes plásticas. Terminó la primaria en la escuela Tiburcio Benegas y luego el nivel secundario en la Escuela de Artes donde se nutrió de las herramientas para realizar pinturas, tallados, pirograbados, artesanías que producía —ante nuestra admiración— y solía regalar amorosamente, a veces a pedido de mi madre y nuestro. Ya recibida y aunque no era docente se desempeñó como maestra de Manualidades en algunas escuelas primarias.

La niña tímida se transformaba en una charlatana con un marcado sentido del humor, a veces humor negro muy divertido, segura de sí misma y orgullosa de sus capacidades. Se animaba a hacerlo todo, muy sensible y especialmente solidaria. Muy alegre, excepto cuando recién se despertaba… había que  esperar un rato hasta que floreciera y le pudiéramos hablar.

Conoció a Carlos Castorino, con quien contrajo matrimonio, por vínculos con amistades del Coro Universitario. De esa unión nacieron sus hermosas hijas Natalia y Paulina y la sonrisa de Margarita siguió creciendo mientras embellecía la casa grande en la que vivían. Ese “caserón de Dorrego” era un lugar solidario, acogedor, de encuentros, guitarreadas y también de refugio de compañeros y amigos necesitados. La música también era parte importante de la vida en la casa.

Formó parte del Partido Socialista y luego integró, como adherente, la organización Comunista Poder Obrero (OCPO) compartiendo jornadas sociales y barriales con varios de los compañeros y amigos parte de este operativo de mayo del 78.

El 17 de mayo de 1978, alrededor de las 22 horas, un grupo de hombres de civil irrumpió en su casa. Se la llevaron. Nunca volvió ni tuvimos noticia de su paradero, a pesar de variados e inútiles intentos de búsqueda. Al silencio y miedo de la época se les plegaba la “algarabía” del Mundial en ciernes.

Margarita tenía 30 años; Natalia, 4 y, Paulina, 2 años.

Raúl Gómez Mazzola

Nació el 9 de septiembre de 1952 en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Era pequeño cuando su familia se radicó en Mendoza. Su padre, Oscar, era porteño; en cambio su madre, Dalinda Mazzola, era mendocina. Entre estos dos puntos del país transcurrió la corta vida de Raúl.

Cursó en la Escuela Técnica de Maipú, pero, antes de finalizar sus estudios, tuvo un delicado accidente en moto que afectó sus extremidades y resultaba evidente por su especial forma de andar. Después de este trance se mudó a Buenos Aires, donde trabajó como chofer. Periódicamente regresaba a la provincia y en uno de esos viajes conoció a quien sería su esposa: Liliana Millet. 

Entonces regresó a Mendoza y se casaron en 1974. Un año después nació su único hijo, Facundo. Aquí, Raúl se desempeñó como mecánico en Zanettini y finalmente retomó el trabajo de chofer. Desde 1974 —y por dos o tres años— perteneció a la Organización Comunista Poder Obrero (OCPO), pero a la hora de su secuestro estaba alejado de la militancia.

Raúl era reservado pero alegre, muy atento y solidario, según Liliana, su compañera. Sentía pasión por los fierros: el automovilismo y las carreras de moto. Le gustaba la música folclórica y el rock nacional, además disfrutaba bailando. Tenía un porte mediano y delgado: “Era un morocho muy lindo —dice Lili—, parecido a Sandro”.

La noche del 17 de mayo de 1978, Raúl Gómez fue secuestrado en su domicilio de Godoy Cruz, en presencia de su familia. Tenía 25 años.

Aldo Patroni 

Nació en Mendoza el 13 de septiembre de 1951. Fue cadete de la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) durante dos años, pero abandonó la carrera militar. Compartió esta experiencia con su hermano, Carlos Alfredo, militante del PRT-ERP, a quien balearon en un allanamiento y desaparecido en Tucumán en 1975.

Aldo conoció a Hilda Díaz en 1970. Después de tres meses de noviazgo se casaron y dos años después nació su único hijo, Aldo Gabriel. La familia vivía en la casa materna en Las Heras, junto a Felisa Rodríguez, su madre. El domicilio fue allanado y la pareja decidió separarse por razones de seguridad. Sin embargo, Aldo seguía en contacto con su hijo. 

Durante el testimonio de este, en el cuarto juicio por delitos de lesa humanidad, declaró que tenía seis años cuando vio a su padre por última vez, pero guardaba recuerdos muy vívidos. Lo describió como “un hombre alegre, de buen humor, deportista”. En aquella oportunidad le mostró el asiento de una moto que estaba fabricando para el niño.

La víctima incursionó en el teatro, pero se desempeñaba como mecánico en CIMALCO, donde desplegó actividad sindical. Era compañero de trabajo de Daniel Romero, desaparecido en el mismo operativo orquestado con motivo del mundial 78. Aldo inició su militancia política en el peronismo pero posteriormente adhirió al PRT-ERP.

Tiempo antes a su secuestro, agentes del D2 habían detanido a Patroni: estuvo un día preso y recuperó su libertad. En la madrugada del 17 de mayo de 1978 lo arrebataron de la vivienda que compartía con su madre por un grupo de tareas que, según Felisa Rodríguez, lo componían agentes del Ejército y la Fuerza Aérea. Aldo tenía 26 años y continúa desaparecido

Gustavo Camín 

Nació en San Rafael el 17 de septiembre de 1921. Era el mayor de tres hermanos del matrimonio formado por Ramón Camín y Esther Cosarinsky. Se recibió de ingeniero químico en la Universidad Nacional del Litoral, en Santa Fe. Cuando era joven se asoció con su hermano Armando para poner hornos de cal en la provincia.

Al disolverse la sociedad trasladó su iniciativa a San Juan y quedó a cargo de la cantera de cal llamada “El Refugio”; en ella empleó a personas que estaban perseguidas. Piloteaba una avioneta de su propiedad con la que semanalmente hacia la travesía Mendoza-Jáchal-Mendoza y también era utilizada con fines recreativos.

De su matrimonio con Dora Gordon nació su único hijo, Mario Guillermo, también desaparecido. Al momento de su secuestro, Dora y Gustavo se habían separado. Su militancia desde joven fue en el Partido Comunista y formó parte de una familia con inquietudes políticas compartidas con su hermano, Armando, su cuñada, Pocha, y luego con su hijo, Mario.

Según quienes lo conocieron, Gustavo Camín era un hombre muy solidario, inteligente, querible, amante de la naturaleza. Tenía una apariencia muy particular, según su sobrino Sergio, se asemejaba a “un explorador entusiasta, ávido de conocimiento”, fumaba en pipa, calzaba botas y jean, usaba bigote a lo cosaco y sombrero; “tenía un porte gallardo”, era morocho de ojos claros. Lector empedernido, desapegado a lo material, era muy expansivo y cariñoso.

El 22 de mayo de 1978, después de secuestrar a su hijo, un grupo de tareas se dirigió al departamento céntrico que Gustavo ocupaba cuando venía a Mendoza y tras allanarlo se lo llevaron secuestrado. Ese operativo se realizó en el marco de los secuestros orquestados por el Mundial 78 en las ciudades sedes del evento deportivo.

Gustavo Camín tenía 56 años.

Daniel Romero 

Nació el 16 de febrero de 1942 en Córdoba, en la localidad de Las Arrias, del departamento de Tulumba que queda a 148 kilómetros de la capital cordobesa. Se cuenta con pocos datos sobre su trayectoria de vida, sin embargo se sabe que se casó con Dulce Quintana y tuvo dos hijos. La familia vivía en el barrio Gomensoro de Guaymallén, donde el matrimonio montó un almacén con despacho de bebidas.

Él trabajó como empleado ferroviario en la línea General San Martín y también se desempeñó en la fábrica CIMALCO, donde fue delegado gremial. Daniel adhirió al peronismo, al igual que su hermano Juan Carlos, quien también fue desaparecido y tenía proximidad con Montoneros.

En dictadura sufrió más de un hecho de persecución: primero con un allanamiento a su domicilio en el que robaron sus bienes; en otra ocasión, cuando circulaba en moto con su hijo, ambos fueron llevados a la Seccional 9. para someterlo a tormentos.

Finalmente, fue secuestrado de su casa, en la calle Ecuador 1852, de Las Heras, la noche del 24 de mayo de 1978. Su esposa consiguió seguirlo y observó que se dirigían al domicilio de su hermano Juan Carlos. Su desaparición se encuadra en los procedimientos realizados contra once personas, con motivo del mundial 78.

Daniel tenía 36 años y aún continúa desaparecido.

Juan Carlos Romero 

Apodado “Chacho”, nació el 5 de noviembre de 1933, en la ciudad de Salta. No contamos con datos sobre su infancia y adolescencia. Se casó con Sofía Irene Zeballos y tuvo cinco hijos e hijas. La familia se radicó en el departamento de Las Heras.

La política estuvo muy presente en su familia, su hermano Daniel fue un aguerrido militante de la Juventud Peronista, desaparecido pocos días antes de su secuestro. Juan Carlos se inició en la resistencia peronista y cuando esa corriente salió de la proscripción se incorporó al Partido Justicialista. Fue concejal por su departamento en 1965 y también en 1973. Tiempo después renunció a este último cargo para asumir la Dirección de Obras Públicas del departamento de Las Heras. Con el advenimiento de la dictadura fue despedido e indemnizado. Ese dinero lo utilizó para instalar una fábrica de ladrillos.

El día 24 de mayo de 1978, un grupo de hombres armados, después de secuestrar a su hermano Daniel, arribó a su domicilio. Esa noche lo interrogaron sobre Juan José Galamba, él admitió haberlo empleado en su cortada de ladrillos. Cuatro días después, el 28 de mayo, volvieron para  secuestrarlo frente a su familia, en su vivienda de Acceso Norte 2650 Las Heras. El hecho integra el grupo de once personas secuestradas y desaparecidas en operativo especial para blindar el Mundial 78, ya que Mendoza era una de las sedes del campeonato de fútbol.

Juan Carlos tenía 45 años al momento de su secuestro.

Isabel Membrive 

“Coca” era oriunda de San Rafael, nació el 16 de febrero de 1945 en el seno de una familia inmigrante española que tuvio ocho hijos e hijas. Cursó el nivel primario en el sur y estudió dactilografía. Su padre fue contratista de viña, primero en el sur y luego, con su familia, se trasladó a otra propiedad a Chacras de Coria.

En esa vecindad conoció a Juan Carlos Charparín, con quien se casó. Tiempo después, Cristian fue su primogénito y después nació Claudia. Juan Carlos se asoció con el hermano de Isabel, Miguel Membrive (desaparecido en Santa Fe), para la explotación de una finca en Chapanay, también como contratistas de viña. Este sector surgió con una sólida organización en los años 70 y se sumó a movilizaciones y planes de lucha de aquel momento. Ambos adhirieron al peronismo revolucionario.

Isabel se encargaba de los quehaceres del hogar, de las tareas de cuidado y el trabajo de acompañamiento en las viñas. Cuando era más joven, también trabajó en una fábrica de conservas. Era laboriosa, muy dedicada al cuidado personal de su hijo y su hija. Tenía gran habilidad para el bordado, el tejido y otras tareas manuales. Tenía buen porte físico y carácter firme, pero era tierna con sus criaturas: “Se imponía con su presencia”, dijo su cuñada Nadia.

Vivió en la clandestinidad desde julio de 1976 cuando logró salvarse del procedimiento en el que mataron a su esposo, Juan Carlos Charparín. Desde ese momento se ocupó como empleada doméstica cama adentro y atendía el negocio de la familia Herrera, en Godoy Cruz. De allí fue secuestrada el 25 de mayo de 1978, en el marco del operativo especial dispuesto con motivo del Mundial de Fútbol.

Isabel tenía 33 años.

Víctor Hugo Herrera

Apodado “Toño”, nació el 23 de diciembre de 1951, aunque no se cuentan con mayores datos de su infancia y adolescencia. Lo que sí se sabe es que trabajó en la ferretería del dirigente socialista José “Pepe” Suaréz en Godoy Cruz. Se casó con Susana Miriam Astorga el 6 de mayo de 1978. Se fueron a vivir a la casa de la familia Herrera en el barrio Suárez. Compartía la vivienda con su madre, María Isabel Salatino, su hermana, Beatriz, y su hermano, Jorge Antonio.

Víctor era una persona inquieta, con cercanía al peronismo, pero a la fecha de su desaparición no tenía militancia activa. Participaba de las reuniones sociales en casa de Margarita Dolz y Carlos Castorino, de quienes era muy amigo. Su hobby era salir con otros jóvenes para jugar al bowling. Toño era de mediana estatura, bajo, rellenito, castaño de rasgos regulares. Se distinguía por su simpatía y amabilidad, así lo recuerdan quienes lo conocieron.

Días después de haberse casado con Susana, en la madrugada del 25 de mayo de 1978, seis personas encapuchadas lo secuestraron en su vivienda, ante la vista e impotencia de toda su familia. Víctor Herrera es una de las 11 víctimas del Grupo Especial 78 que fue creado con motivo del Mundial 78, en el marco de un operativo concebido contra la “subversión residual” según sus perpetradores.

Víctor Hugo tenía tan solo 27 años.

Mario Guillermo Camín

Nació en la ciudad de Mendoza el 11 de septiembre de 1950. Hijo de Gustavo Camín y Dora Gordon, el matrimonio se separó cuando Mario era pequeño y fue criado por su madre. Inició el nivel medio en el Liceo Agrícola y los dos últimos años los completó en el Colegio Universitario Central. Luego, inició la carrera de Ingeniería Electrónica en la Universidad Tecnológica Nacional (UTN). Al momento de su secuestro estaba puliendo una lente para hacer un telescopio y proyectaba, junto a su padre, abrir un taller de aparatos de precisión. Trabajaba y estudiaba. Se desempeñó como técnico en la Compañía Argentina de Teléfonos y a la vez cursaba en la facultad. Había tenido una aproximación a la Juventud Universitaria Peronista (JUP) y luego, según su tío Armando, fue colaborador del PRT-ERP. También era activista en el Centro de Estudiantes de la UTN.

Diseñaba autos y era un entusiasta de las carreras de automovilismo, incluso en una de ellas sufrió un accidente como espectador. Además, disfrutaba del canotaje. Mario era de baja estatura y tenía como rasgos distintivos el pelo muy enrulado y la permanente sonrisa. Era muy solidario y a la vez muy inteligente,  Gustavo y Mario Camín eran “brillantes y humildes”.

El joven estaba de novio con Ana María del Olio, quien testimonió sobre su detención y posterior desaparición. Mario fue secuestrado en la playa de estacionamiento de la UTN y luego trasladado al D2 de la Policía de Mendoza. Allí fue a buscarlo su novia y vio que ingresaba a la dependencia en un Rastrojero de doble cabina. Cuando pidió por él, los policías negaron su presencia en el lugar. Mario Camín es una de las 11 víctimas del Grupo Especial 78 concebido para blindar el Mundial 78. El Laboratorio de Acústica y Sonido de la UTN, lleva su nombre.

Mario tenía 27 años.

Juan José Galamba 

Nació el 7 de enero de 1952 en la finca en la que trabajaban su padre y madre —una pareja eslava inmigrante—, en la “La Marzolina”, a las afueras de General Alvear. Transcurrió su infancia, terminó la primaria y luego hizo la secundaria en la Escuela de Agricultura en su departamento natal. En 1971 se trasladó a la ciudad de Mendoza para estudiar Ingeniería Electrónica en la Universidad Tecnológica Nacional (UTN). 

En el ámbito estudiantil conoció a su compañera de vida, Alicia Morales, con quien se casó en 1974. Un año después nació su hija Natalia y luego su hijo Mauricio. Tuvo una activa participación en el Centro de Estudiantes de la UTN y adhirió a la Juventud Universitaria Peronista (JUP) . Más tarde se integró a Montoneros. Radicado con su familia en Mendoza, trabajó en una fábrica. Después, con la ayuda de su suegro, junto a Alicia montaron un negocio de artículos del hogar que fue saqueado cuando ella fue detenida, en junio de 1976, y él entró en la clandestinidad.

Galamba era deportista, practicaba carrera pedestre. Participó en competencias, disfrutaba de esto como hábito y hobby. Sus gustos musicales eran los propios de la época: era “fanático de Les Luthiers”. Además, se desempeñaba como un multioficio, habilidoso para resolver cualquier situación que se presentara. “Él le encontraba respuesta a todas las cosas”, aseguró su compañera Alicia.

José era rubio, alto y delgado pero atlético. Muy querible, por donde anduvo cosechó muchos amigos y buenos recuerdos. Prefería la persuasión a la imposición, era sencillo y muy llano. Se distinguía por ser muy transparente.

Después de permanecer casi dos años en la clandestinidad, andando ida y vuelta de Mendoza a San Juan, el 28 de mayo de 1978 fue secuestrado en el marco del operativo Mundial 78.

José tenía 26 años.

Ramón Alberto Sosa 

Nació el 15 de enero de 1935 en Santa Lucía, localidad ubicada al centro-sur de San Juan. Sobre su trayectoria de vida se sabe que utilizaba el seudónimo de “Felipe”, estaba casado con Elvira Cayetana Narváez y tenía una hija. Tenía vínculo con militantes del peronismo revolucionario, que por esos tiempos estaban en la clandestinidad. Fue secuestrado en una parada de trole en cerca de la intersección de Dorrego y San Juan de Dios, en Guaymallén, el 28 de mayo de 1978.

Su desaparición, al igual que las otras personas que cayeron en ese mayo de 1978, tenía como objetivo mostrarse hacia afuera como un país ordenado ante la proximidad de la Copa Mundial de Fútbol, e internamente demostrar que el aparato represivo seguía activo cayendo sobre la “subversión residual “, un grupo de personas vinculadas entre sí por pasados lazos políticos y de solidaridad.

Ramón Sosa tenía 43 años.