Baldosas por la Memoria julio 2022

26-07-2022 | El jueves 28 de julio a las 17:00, se colocarán diez baldosas más en la explanada del Espacio para la Memoria con nombres de víctimas del terrorismo de Estado caídas en julio.

El proyecto Baldosas por la Memoria busca crear un mar de memoria en la explanada del ex-D2. En esta ocasión, se colocarán diez baldosas con nombres de diez víctimas de la represión caídas en julio. Será el jueves 28 de julio a las 17:00 en Belgrano 179, Ciudad de Mendoza, sede del ex Centro Clandestino de Detención, Torturas y Exterminio.

La colocación de estas baldosas es parte de un proyecto mayor que tiene como objetivo que los nombres de las personas desaparecidas y asesinadas por la dictadura habiten la vereda del actual Espacio para la Memoria y los Derechos Humanos ex-D2. Ya se colocaron decenas de cerámicos y la última vez fue en mayo del 2022. En esta ocasión, se rinde homenaje a Sara Palacio, Marcelo Verd, Marcelo Leónidas Espeche, Jorge Lubin Amodey, Roberto Felipe Rodríguez, Laura Terrera, Alfredo Manrique, Manuela Rosa Zárate, Francisco Luis Goya, Lourdes Martínez Aranda.

Sara Palacio

Sara nació en Godoy Cruz, Mendoza, el 15 de diciembre de 1939. Tenía ascendencia chilena. Cursó su educación primaria en el colegio Compañía de María y la secundaria, en el Colegio Universitario Central de la UNCuyo (CUC). Completó la carrera de Obstetricia en la Universidad Nacional de Córdoba, ciudad a la que se fue a estudiar junto con su hermana Silvia. Allí conoció a su compañero de vida y militancia, Marcelo Verd. En 1961 se casaron en San Juan. Tuvieron dos hijas: Mariana, nacida en Córdoba, y Patricia, en Tucumán. 

Formó parte de las organizaciones de izquierda de los años 60 inspiradas por el Che Guevara y su última inserción fue en las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR). Junto con su esposo estuvo un tiempo en Cuba formándose; a su regreso se instalaron en La Plata con sus hijas hasta fines de los 60, cuando decidieron mudarse a San Juan.

Mariana Verd Palacio cuenta: “Mi vieja tocaba el piano y le encantaba bailar. Hablaba poco, dicen sus amigos. Le encantaba leer. Era hermosa”. Y agrega una anécdota que signó su mirada del mundo: “Una vez golpearon la puerta dos nenas pidiendo comida y me pidió a mí que trajera arroz y una lata de duraznos. Cuando se fueron, me miró y me dijo: ‘Nunca, nunca, cuando alguien te pida comida, se la niegues’”.

Durante la dictadura comandada por Alejandro Agustín Lanusse, Sara fue secuestrada junto a su compañero tras un violento operativo en su casa de la calle Arenales, en Villa del Carril, San Juan, el 2 de julio de 1971. Su desaparición, la de su esposo y el secuestro del matrimonio Juan Pablo Mestre-Mirta Misetich fueron los primeros ensayos de la desaparición forzada de personas practicada en forma sistémica por la última dictadura, cinco años después.

Sara tenía 31 años.

Marcelo Verd

Nació el 29 de abril de 1936 en la ciudad de San Juan. Cursó la primaria en la Escuela Sarmiento y completó la secundaria en el colegio comercial de su ciudad. Se trasladó a Córdoba para iniciar la carrera de Arquitectura, pero finalmente pasó a Odontología y se recibió en la Universidad Nacional de Córdoba en 1964. En esa ciudad, entre las filas de la Federación Universitaria de Córdoba (FUC) conoció a su esposa y compañera de vida, Sara Palacio; se casaron en 1961 y tuvieron dos hijas: Mariana y Patricia.

Según los relatos recogidos por su hija mayor, Marcelo había sido un niño muy travieso y jugando perdió un ojo, situación sobre la que solía hacer humoradas. “Era muy alegre”, aseguró Mariana, y se reconoció muy apegada a él. Era muy alto y delgado; practicaba varios deportes —rugby, boxeo, natación— e integró el seleccionado provincial de waterpolo. En reuniones sociales solía cantar folclore acompañándose con la guitarra. 

Al igual que su compañera, Sara, se inició en la política en el Movimiento de Izquierda Revolucionaria Argentina (MIRA), después optó por acompañar los proyectos guevaristas en la región. Perteneció al Ejército Guerrillero del Pueblo (EGP) y luego integró el Ejército de Liberación Nacional (ELN), disuelto con posterioridad, con la muerte del Che. Finalmente perteneció a las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR). Recibió formación en Cuba y a su regreso al país se radicó en La Plata hasta que en 1970 decidió instalarse en San Juan con su familia. Desde ese momento ejerció su profesión en Jáchal. El 2 de julio de 1971 sufrió un operativo en su domicilio que tuvo como víctimas a él y a su compañera.

Marcelo fue secuestrado en su ciudad natal por un grupo de tareas proveniente de Mendoza, con autos de chapa de esta provincia. Todos los indicios convergen en que fue trasladado a esta ciudad para quedar a disposición de la inteligencia militar, comandada por el Cnel. Carlos Bulacio, cuyo centro de operaciones estaba en la esquina de Emilio Civit y Martínez de Rozas de Ciudad. Aquí desapareció.

Marcelo Verd tenía 35 años.

Marcelo Leónidas Espeche

Había nacido en Godoy Cruz el 20 de septiembre de 1953. Era hijo de Mario Espeche y Sara Carubin Marienhoff, escritora mendocina. Fue alumno del colegio “Juan Agustín Maza” de la Ciudad de Mendoza y egresó en 1972 con el título de bachiller. Al año siguiente se inscribió en Medicina y cursó un año. También optó por la carrera de Psicología en la Universidad Nacional de Córdoba e inició tercer año con un desempeño académico destacado. En 1976 fue destinado al Hospital Militar de Mendoza para cumplir con el servicio militar obligatorio.

Marcelo era militante del Partido Revolucionario de los Trabajadores-Ejército Revolucionario del Pueblo (PRT-ERP). Su madre, Sara, puso en palabras lo sucedido con su hijo y refiriéndose a sus inquietudes sociales afirmó: “Los fines de semana cometía el crimen de compartir, en las villas, la vida y el trabajo de sus habitantes. Ayudaba a levantar paredes y en las tardes enseñaba a leer y escribir”. En sentidas palabras contó el impacto que sufrió su familia, integrada por siete personas entre adultos y adolescentes.

El 6 de julio de 1976 fue secuestrado en la Avda. Boulogne Sur Mer, en el trayecto que unía su domicilio con el Hospital Militar. Fue trasladado al Centro Clandestino de Detención La Perla y retirado de allí para ser asesinado en un enfrentamiento fraguado el 13 de julio de 1976 camino a La Calera, Córdoba.

Tenía 22 años.

Jorge Lubin Amodey

Nació en Libertador Gral. San Martín, San Luis, el 2 de abril de 1948. Tenía ascendencia italiana y doble nacionalidad. No se cuentan con mayores datos, solo se sabe que era soltero y tenía por seudónimo “Rafael”.

Era militante peronista y formó parte de Montoneros. Durante el gobierno de Elías Adre, a pesar de no pertenecer a las fuerzas de seguridad, se incorporó a la Jefatura de la Policía de su departamento natal. Allí le fue asignado el grado de comisario en virtud de la Ley Orgánica Provincial dictada en 1973, que facultaba la designación de civiles para aquella función. Su dependencia era directa del Ejecutivo

En 1974, cuando se produjo el proceso de derechización del peronismo en el gobierno a nivel nacional, Jorge Lubin y su compañero Aníbal Torres fueron destituidos de sus cargos y detenidos, pero consiguieron recuperar la libertad y pasaron a la clandestinidad. Ambos se trasladaron a Mendoza para radicarse en Rivadavia y seguir su militancia.

No se ha podido determinar en qué fecha y lugar fue secuestrado y desaparecido. Dada su cercanía con Aníbal Torres, se presume que cayó en junio o julio de 1976. Su padre, Oscar, manifestó ante la Asamblea Permanente de Derechos Humanos de San Luis, que una expresa política aseguró haberlo visto en el D2 de Mendoza.

Tenía 28 años.

Roberto Felipe Rodríguez

Nació en la localidad de San Andrés de Giles, Provincia de Buenos Aires, el 25 de agosto de 1955. Su madre, Guillerma Sosa, era oriunda de Misiones. Tuvo un primer matrimonio del que nacieron tres hijas y en el segundo matrimonio llegaron Roberto y dos niños más. Cuando era adolescente se fue a vivir a San Antonio de Areco y se empleó en la panadería “San Martin”, mientras completaba la escuela secundaria. Con el título de bachiller se trasladó a la capital de la provincia para estudiar veterinaria en la Universidad Nacional de Las Plata.

Según el relato de su hermana Amelia, Roberto era esencialmente un emprendedor, laborioso e inquieto. De chico, en el verano salía a vender helados por el vecindario. Al repasar su corta vida, recordó que en La Plata conoció a su novia “Chiquita” con quien compartía gran parte de su tiempo. Agregó que lo vio por última vez cuando la familia lo acompañó hasta Mercedes para tomar el tren que lo llevaría a Mendoza, con la finalidad de presentarse a cumplir con el servicio militar en el Regimiento de Puente del Inca. Nunca más supieron de él.

Según trascendió, Roberto solo había participado en el centro de estudiantes y compartía vivienda con un joven policía que también fue víctima de desaparición forzada. Su último destino como soldado se registró en el Liceo Militar General Espejo y para julio del 76 su rastro desapareció.

Roberto tenía 20 años.

Laura Noemí Terrera

Laura, apodada “Lali”, nació en Las Heras, el 1.o de junio de 1956. Se recibió de maestra en la Escuela Normal de Mendoza y ejerció la docencia en la Escuela Anchoris de Luján de Cuyo. En su vecindario conoció a Alfredo Manrique, sanjuanino estudiante de Ciencias Económicas con quien se casó en junio de 1975. Tuvieron una niña nacida el 8 de noviembre del siguiente año, a quien llamaron Rebeca Celina.

Laura militaba en la Juventud Peronista, vinculada a Montoneros. Junto a su compañero, “Fredy”, realizaban tareas sociales en barrios pobres del Gran Mendoza. Cuando arreciaba la represión, debieron dejar la vivienda que habían acondicionado cuidadosamente entre los dos. Su hermano Raúl le ofreció dinero para que se fueran del país, pero ella lo rechazó.

El 24 de julio de 1977, junto con su esposo e hija tomaron un ómnibus de línea a San Juan con el propósito de visitar a la familia de Alfredo. Debían volver el 26 para presentarse a trabajar. Según sus familiares, se embarcaron de regreso el día 25 pero el matrimonio y la bebé de ocho meses desaparecieron. La niña fue apropiada. No hubo testigos de los secuestros, pero todos los indicios hacen presumir que se trató de un operativo desplegado en la terminal de ómnibus de Mendoza.

Gracias a la investigación realizada por el Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos y Abuelas de Plaza de Mayo, la hija del matrimonio Terrera-Manrique recuperó su identidad en 2007: es la nieta 87.

Laura desapareció cuando tenía 21 años.

Alfredo Mario Manrique

“Fredy” había nacido en Rawson, San Juan, el 2 de enero de 1953. Al terminar el secundario se trasladó a Mendoza para estudiar Ciencias Económicas. En esta ciudad se instaló en casa de una tía, enfrente de la vivienda de la familia Terrera. Alfredo trabó amistad con Laura, se enamoraron, decidieron casarse en el invierno de 1975 y en noviembre del año siguiente nació su hija, Rebeca Celina. Vivían en Benegas, en una casita cedida por su suegro, que Fredy había acondicionado personalmente. Él era muy ingenioso y tenaz, diestro para los oficios. Hizo muebles, pintó y decoró su hogar con sus propias manos, según recuerda su familia. Lali y Fredy eran muy compañeros.

Fredy estaba en el último tramo de la carrera para ser contador; además trabajaba en el departamento contable de la Universidad Nacional de Cuyo. Era militante de la Juventud Universitaria Peronista (JUP), vinculada a Montoneros, y destinaba tiempo a tareas sociales en barrios carenciados.

Fredy, Lali y la bebé tomaron un ómnibus de línea a San Juan el 24 de julio, en las vísperas del feriado por el Patrón Santiago, con el propósito de visitar a la familia de Alfredo. Se sabe que se embarcaron de regreso el 25 pero desaparecieron y la niña fue apropiada. No hubo testigos, pero todos los indicios hacen presumir que fueron víctimas de sendos secuestros al llegar a la terminal de ómnibus de Mendoza.

Gracias a la investigación realizada por el Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos y Abuelas de Plaza de Mayo, la hija del matrimonio Terrera-Manrique recuperó su identidad en 2007: es la nieta 87.

Alfredo tenía 23 años.

Manuela Rosa Zárate

Nació en Mendoza el 13 de marzo de 1938. Pertenecía a una familia que había migrado de la localidad de Juárez Celman con una niña pequeña. Ya radicada en San Martín, nacieron Manuela y dos hijas más. En su ciudad natal cursó la Escuela Normal “Gral. José de San Martín” y se recibió de maestra, pero se desempeñaba en la Compañía de Teléfonos, donde alcanzó la jerarquía de supervisora. Desplegó una notable labor sindical: llegó a ser secretaria general del FOETRA (sindicato de trabajadoras y trabajadores de telecomunicaciones) y formó parte del secretariado de la CGT.

Pertenecía a una familia peronista castigada por la represión. Ella y sus tres hermanas fueron secuestradas en distintos procedimientos. El 12 de abril de 1977, en Córdoba, había desaparecido su hermana María Angélica, y sus otras dos hermanas, Vicenta y Nilda, fueron ilegalmente detenidas y sometidas a torturas y cárcel.

Manuela adhirió a Montoneros y militó esencialmente en el sindicalismo. Todo indica que fue secuestrada en el mes de julio de 1977 en Mendoza, pero no se pudo precisar el lugar y fecha de su desaparición.

Tenía 39 años.

Francisco Luis Goya

Era oriundo de Resistencia, Chaco, y nació el 6 de mayo de 1949 en el seno de una familia numerosa. Hijo de Avelino Goya y María Pilar Cachaza, provenientes de España, cursó la secundaria en su ciudad natal y luego trabajó junto a su padre como comerciante y viajante. Se casó en primeras nupcias con “Nené” y tuvieron dos hijos: Juan Manuel y Emilio. En el exilio formó una nueva pareja con la mexicana María Lourdes Martínez Aranda y tuvo su tercer hijo.

De procedencia católica con orientación tercermundista, fue militante, inicialmente, del Movimiento Nacionalista Revolucionario Tacuara (MNRT) y luego pasó a Montoneros. En julio de 1975 lo detuvieron a disposición del Poder Ejecutivo Nacional y meses después le concedieron la opción para salir del país con destino Perú; de allí pasó a México. Desde ese destino, junto a su compañera Lourdes se trasladaron hacia España.

Según el relato de sus compañeros, “Chelo” o “el Loco se mostró como un gran cocinero yafecto a compartir juegos con niños y niñas. Disfrutaba del folclore: le gustaba cantar y tocar la guitarra. Su deporte predilecto era la natación.

En el marco de la Contraofensiva organizada por Montoneros, intentó ingresar al país por la frontera argentino-chilena junto con su compañera y su pequeño hijo de un año, pero fueron víctimas de detención en Las Cuevas, el 7 de julio de 1980. Lo trasladaron junto con su esposa a la Planta Transmisora de Radio Nacional Mendoza, en la zona de El Sauce, y de ahí desaparecieron. El niño fue apropiado y en 2008 recuperó su identidad: se trata de Carlos Goya Martínez Aranda.

Chelo tenía 31 años.

María Lourdes Martínez Aranda

“Lupita” o “Lulú” nació en México DF el 3 de enero de 1952. Provenía de una familia numerosa integrada por ocho hermanas y hermanos. Estudió ingeniería química en la Universidad Nacional de México (UNAM), pero tenía variados conocimientos atesorados por su pasión por la lectura. Era ambidiestra y hablaba cuatro lenguas. Sentía gran simpatía por el club de fútbol de la Universidad Nacional de México conocido popularmente como “Los pumas”.

Al igual que su compañero, perteneció a la fracción de la iglesia católica comprometida con la labor social en los sectores más desfavorecidos y luego canalizó su actividad política en el Partido Comunista de México. Conoció a su compañero, Francisco Luis Goya, en los espacios de solidaridad con el exilio generados por las organizaciones mexicanas; con él formó pareja y se incorporó a Montoneros. Ambos se trasladaron a España y en 1979 tuvieron un hijo que Lulú inscribió como propio en la embajada mexicana en Madrid.

En julio de 1980, el matrimonio —con el niño— trató de ingresar al país en el marco de la Contraofensiva de Montoneros, pero fue interceptado por agentes de la represión, posiblemente en el paso fronterizo de Las Cuevas. El cautiverio de Chelo y Lulú transcurrió en la Planta Transmisora de Radio Nacional Mendoza, en la zona de El Sauce, pero luego se perdió su rastro. El niño fue apropiado por un agente de Gendarmería, pero, gracias a la labor de Abuelas, recuperó su identidad como nieto 92, con el nombre Carlos Goya Martínez Aranda.

Lulú había cumplido 28 años.